Desde junio a diciembre he tenido la oportunidad de viajar varias veces a Dublín, con Aerlingus, que tiene vuelos directos cada día desde Madrid. El trabajo nos dejaba días libres para pasear y recorrer esta ciudad y degustar una pinta de cerveza irlandesa, Guinness, y aspirar su olor , mezcla de café, regaliz y madera.
Los que no estamos acostumbrados en principio nos quejamos de la lluvia, del viento , los irlandeses están acostumbrados, pero cuando sale un día el sol casi se diría que lo festejan, salen más a la calle.
De hecho una de las calles más transitadas es Grafton Street, una larga calle comercial rodeada de bares y cafés.
Fotos chulas para el recuerdo se pueden traer, hay lugares de postal,lugares originales, como el Ha`penny Bridge ( puente del medio penique)
Un paseo por la orilla del Leffey nos hará toparnos con curiosas esculturas ( impresionan los desarrapados humanos , que imagino son un homenaje a " Los dublineses " )
La vida cotidiana pasa siempre por tomar algo en un pub, sea cerveza o sidra Bulmers. La Guinnes es icono nacional, y uno de los productos más promocionados, por algo la Guinnes Storehouse, la que fuera fábrica cervecera creada en 1759 es hoy una atracción turística muy visitada, convertida en un gigante museo en torno al proceso de fabricación de esta bebida. El Gravity Bar, situado en la parte más alta de la fábrica se puede ver cómo Dublín se ha modernizado y embellecido. En 50 años ha pasado de ser una ciudad de aspecto pobre a ser una bonita y tranquila ciudad.
Otra de las tradiciones de todo visitante es tomarse la pinta de cerveza en el Temple Bar, los alrededores siempre llenos de paseantes y curiosos turistas, que, eso sí os digo, os saldrá más barato tomarla en otro pub, taberna o bar. ( Aunque de los 4 euros no espereis que baje)
En el barrio donde está Temple Bar con su característica fachada roja y su letrero amarillo hay también tiendas de discos de segunda mano y galerías de arte.
Atravesando Temple, se llega a Andrew Street donde proliferan los restaurantes indios y más pubs.
Para los amantes del turismo " cultural " la visita obligada es el Trinity College, universidad fundada en 1592 por Isabel I, un conjunto de bellos edificios, por allí vereis deambular a los estudiantes.
Y por supuesto las iglesias y catedrales.
La ciudad tiene además parques donde esparcirse y respirar el olor a tierra mojada
Para las noches en esta ciudad la diversión la ponen las actuaciones de música en vivo en cualquier local.
Si hay que dormir, no faltan hoteles, y los tradicionales bed&breakfast.
La gente es muy amable, siempre diciendo " sorry, sorry" al menor tropiezo con uno.
Por supuesto hay zonas más bonitas que otras, porque los polígonos industriales , como en cualquier ciudad no son nada atractivos, moles grises en cualquier parte del mundo.
Pero la ciudad está limpia, sin basuras ni papeles por el suelo.
En cuanto al tabaco ya sabeis que no se puede fumar en ningún local, así que habrá que ir a la calle . Eso si, estando allí fumé poquísimo, no es para menos, cuesta 8 euros un paquete de tabaco.
La arquitectura tradicional nos permitió ver , al llegar las fechas de Halloween cómo decoraban las casas, pues tienen grandes ventanales que dan a la calle, donde cuelgan por el interior todo tipo de telarañas, calabazas, brujas. No ponen persianas, solamente cortinas, así que desde la calle podías ver la calavera, la calabaza , la linterna encendida...