El Hotel Pennsylvania de Nueva York es un hotel inmenso. En sus 18 plantas tiene 1.700 habitaciones.
Nuestra habitación estaba en el piso 17. Era una habitación enorme, pero su decoración dejaba mucho que desear. No estaba a la altura de lo que te esperas encontrar en un hotel ubicado en la Gran Manzana. Era antigua, estaban los muebles muy usados y carecía de modernidad.
Desde el hotel puedes ir andando a todos los puntos de interés. Al Empire State, a la Quinta Avenida, al Madison Square Garden,... El hotel está enfrente de la estación de Penn.
Lo peor es que a nuestra habitación llegaban los ruidos del tráfico y apenas pudimos dormir. ¿Cómo íbamos hacerlo con tanta bocina y sirena?
La comida del hotel dejaba bastante que desear. Recurrimos mucho a los productos que vendían en el supermercado que hay en el mismo hotel. Te vendían unos sándwiches muy ricos. Lo mismo puedo decir de los batidos de frutas.
El personal también deja mucho que desear. Casi nadie hablaba español. Se veía que se esforzaban, pero la limpieza era defectuosa, sobre todo en los cuartos de baño. Yo misma tuve que limpiar a fondo la bañera del nuestro.
Cierto que la decoración no ayudaba. Aquella moqueta de los años 60 estaba tan vieja que se rompía al limpiarla. Pero las ventanas, por ejemplo, podían tenerla más limpias y no con aquella mugre en los marcos.
La falta de higiene me defraudó. Ni siquiera compensó mi incomodidad la amplitud del cuarto, al que se sumaban dos vestidores.
Parece que nadie estaba contento con la habitación que le había tocado porque en recepción se formaban a diario unas colas kilométricas para cambiar de habitación. Nosotros ni lo intentamos al saber que todas eran parecidas.
Lo mejor del hotel es su ubicación en el centro de Manhattan. Es una zona muy segura.
Todo está a mano. En las tiendas que rodean el hotel puedes fundir una Visa Oro si te queda dinero después de dejar unos 1000 euros por una semana de ocho noches.