El Zimbali Playa Spa Hotel te causa buena impresión desde que entras por el jardín. Tiene una zona ajardinada amplia y bien cuidada. Lo mismo puedo decir de su interior.
Me gusta su amplitud, sus espacios comunes sin estrecheces, las habitaciones espaciosas.
Nosotros estuvimos en una de las suites familiares. Me hubiera gustado acceder a la suite presidencial porque tenía piscina privada y seguro que estaba a la altura de cualquier suite de un cinco estrellas. Tuve que contentarme con la suite familiar porque un presupuesto de dos trabajadores bien pagados no da para tanto lujo.
No es que me queje de las prestaciones que pude disfrutar. Fueron excelentes. Parecía que estábamos en un cinco estrellas y no en un cuatro estrellas. Cama de matrimonio, un salón de dimensiones considerables con sofá-cama, televisor de plasma, minibar, caja de seguridad.
Me queja es el ventilador del techo. Detesto las habitaciones con este tipo de ventilación.
Donde mejor lo pasamos fue en la piscina de toboganes con la niña. Mi hija ve una piscina y hay que meterla dentro. No te digo nada si tiene toboganes y hay una buena animación.
Hablando de diversiones, no nos faltaron. Yo pude sacar mi lado más salvaje en una playa naturista que había en las proximidades del hotel. Me encantan las playas donde puedo despelotarme.
También estaba muy bien la playa que había a pie de hotel. Muy limpia y nada masificada.
El gimnasio no era gran cosa. Fui un día y no volví. Lo encontraba muy pequeño y algo cutre.
Es un hotel caro, con muchos extras. Pagas la conexión a Internet, el parking, el minibar,...
Menos mal que puedes consolarte con un buen buffet de desayuno. Tomamos uno de los desayunos más variados y copiosos que habíamos tomado en meses de más hoteles que dulce hogar.