Uno de los peores hoteles en los que te puedes alojar si vas de turista por Florencia es el Hotel Cardinal. Casi al lado tienes la catedral, que nosotros veíamos desde la ventana de nuestra habitación y puedes ir andando a todos los sitios de interés. Ahí acaban las ventajas. Lo demás son desventajas.
Una vez dentro del hotel note algunas carencias que no me gustaron. El edificio era tan antiguo como los que lo rodeaban y parece que nadie había pensando en hacerle una rehabilitación acorde con los tiempos en que vivimos. Sin ir más lejos descubrías un suelo de cemento tapado con alfombras. ¿No sabían que se ha inventado la moqueta o que existen baldosas? Subir varios pisos andando era un ejercicio digno de un atleta. Quedé muerta tras tirar por una maleta por las escaleras. Mi marido tiraba de la más pesada. No me quiero ni imaginar qué hubiera sido de mí si tuviera que subir yo las dos.
Encima nuestra habitación doble resultó ser diminuta. Entre la cama, bueno las dos camas pegadas, el escritorio, una silla y una papelera casi tropezabas hasta contigo misma. el armario era empotrado.
Abro la puerta del cuarto de baño y me encuentro con un simple plato de ducha, el inodoro, el lavabo y el kit de ducha más sencillo que había visto en un hotel. Parecía las muestras que te dan en algunas perfumerías de gel y champú.
El aire acondicionado era individual. Afortunadamente funcionó bien porque hacía una calor que, de no ser por el aire acondicionado, nos hubiéramos derretido como los caramelos en el bolsillo de mi hija.
Quedé sin desayunar por haber bajado después de las 10. Muchas gracias. No me perdí nada. Al día siguiente saboreé un café en un comedor donde chocaban las mesas. Mi marido se decantó por la bollería industrial. Dejó la mitad del croissant porque estaba duro y atrasado.
No os recomiendo este hotel. Su ubicación es buena, pero no compensa la falta de comodidades.