Estos caramelos son los que lleva mi compañera al trabajo. Yo prefiero otros sabores, pero cuando no me quedan de los míos y tengo antojo de algo dulce pues cualquier cosa es buena.
No es que no me gusten, mas bien al contrario. Están muy buenos, pero lo que no entiendo es porque los llaman de fresa y nata. No saben ni una ni a otra cosa. Supongo que es por su sabor muy suave, más al postre de fresas con nata o a una tarta que a la fruta en si misma y es que no recuerda para nada a la fresa. De saber a algo sería a nata por ese sabor suave que os digo.
A pesar de ese sabor indeterminado están muy buenos, dulces sin ser empalagosos. Para mi gusto les falta un poco de acidez, pero de esa manera consiguen lo que parecen buscar, un falso efecto saciante que te dura hasta que encuentras algo más apetecible. Y es que yo soy mas de salado, con lo que con un caramelito de estos me he “llenado” pues tienen ese acabado dulce de las fresas con nata.
Su forma es redonda y plana, otra diferencia que les hace especiales y que también creo que contribuye a saciar y es que es más difícil que los muerdas, así que durarán mas tiempo. No son blandos, no serán fáciles de romper.
No se lo que cuestan. Recuerdo que hace mucho los compraba por unidades, creo que a 5 céntimos, pero se pueden encontrar en cualquier supermercado en bolsas de 200 o 300 gramos, aunque no puedo deciros su precio.
Otra ventaja es que son sin azúcar, para contribuir a la dieta del bikini, ahora que por fin parece que está llegando el veranito.