Uno de mis spas favoritos está en el Gran Hotel Lugo. Me queda muy a mano de todo porque está cerquita de las murallas, en pleno centro de la ciudad. Yo suelo ir sola, sin marido ni niñas para disfrutar del spa a mis anchas.
Estamos hablando de un spa de unos 1500 metros cuadrados del que sales nueva. Sus tratamientos de belleza son muy recomendables.
A mí me pierden sus duchas de aromas. Te dejan una sensación como si salieras de un jardín de Versalles. como os decía, es para disfrutar sola. Tienen baño turco, jacuzzi con sales, una gruta de hielo en la que casi te congelas, el fabuloso masaje jabonoso.
Con toda la familia sólo fui en una ocasión. Mis niñas no son nada de juegos acuáticos. Me dieron la estancia. No había manera de dejarlas en el club termal infantil. Bueno, dejar a la grande, a Patricia. Paula aún es muy pequeñita.
La habitación que me tocó fue siempre de las grandes. Es una habitación sin estrecheces, muy clásica en su decoración, demasiado seria para mi gusto. Todo está impecable, muy limpio. El suelo es de parquet, pero te ponen unas alfombras a ambos lados de la gran cama que parecen de piel de oveja. Yo siempre retiro las alfombras. Están limpias pero me dan asco.
Lo que me llama siempre mucho la atención es la gran mesa camilla que hay a los pies de la cama. No queda mal y o mismo puedo decir del sillón que conjunta en color rosa raro con la colcha de la cama y las cortinas.
El desayuno es un buffet de muy buena calidad. Nada de bollería industrial barata. Allí te lo ponen todo recién hecho. Hasta los zumos de naranja parece que los acaban de preparar.
Por todo el hotel predomina la decoración seria, clásica sin ningún toque de modernidad. El salón donde sirven los desayunos parece el salón del palacio de un rey.
Es un hotel bien insonorizado. duermes bien de noche.
Como os decía yo voy por el spa. Salgo nueva tras varios masajes jabonosos durante un par de días. Os lo recomiendo muy mucho.