Tengo unos amigos que compraron los últimos móviles de Samsung y no paraban de contarme las maravillas que eran capaces de conseguir sus teléfonos. Como yo sigo teniendo en pleno funcionamiento mi móvil inteligente de hace un año, no me interesé demasiado en conocer todas las prestaciones de los que tenían ellos. Sin embargo, hace un mes que decidí que ya era hora de cambiar de televisor y acercarme un poco al siglo XXI y, en especial, a esa nueva maravilla del hogar que se llama la televisión en 3D. Así que hice caso de los elogios recibidos por Samsung, de parte de mis amigos, y me compré (bueno, estoy pagándolo, pero creo que se entiende) un Samsung Smart TV F8500. Sobre los televisores de gama alta de Samsung solo se puede decir una cosa: hazte con uno. Así de sencillo, si los pruebas no querrás otros. Los puedes encontrar de 46 y 55 pulgadas. Yo tengo el pequeño, jejeje, es decir, opté por el de 46 para que no se me saliera del salón. Aparte de que son una preciosidad a la vista, con sus acabados en metal y esas curvas muy propias de Samsung, tienen todo lo que cualquier persona pueda desear. Son televisores con tecnología LED que ofrecen una resolución cuatro veces más elevada que la del mejor HD del mercado. Por supuesto, tienen tecnología 3D (el mío vino con dos gafas 3D, además del mando a distancia) y es como estar en el cine o mejor, porque no tienes que aguantar los ruidos típicos de la sala. Trae incorporada una cámara de 5 Megapíxels, ideal para cositas como los encuentros con amigos en Skype. Es un lujo disfrutar de una videoconferencia en un 46 pulgadas, créeme. Aún no he encontrado puntos flacos a la gama alta de Samsung. Informaré cuando aparezcan.