El Dedo de Dios es un restaurante al que entramos justo por su nombre. Está en el pueblo de Agaete, un pueblo de Gran Canaria precioso.
Es fácil encontrarlo porque está muy cerca del mar. Vas paseando y reparas en él. Difícil es que no te llame la atención porque siempre está hasta los topes y hay mucho ruido.
No es un restaurante muy tranquilo, pero vale la pena entrar porque te sirven unos platos de comida canaria de toda la vida a precios muy competitivos.
Enfrente del restaurante está el monumento de piedra que le da nombre a este local. Cuando estuvimos nosotros estaba un poco dañado por el temporal. Supongo que ahora ya lo habrán reparado.
Al restaurante le sobran mesas. Te sientas y tienes la silla del vecino clavada en la espalda. Nosotros en una segunda ocasión que comimos en El dedo de Dios elegimos una mesa junto a una cristalera, donde había más espacio entre las mesas.
Os recomiendo los churros de pescado. Están que te chupas los dedos. Lo mismo puedo decir de las papas arrugadas. Las raciones son amplias. No sales con hambre.
Lo mejor del restaurante son las mesas con vistas al mar, as que están al lado de las cristaleras. También destacaría, por supuesto, la calidad de la comida. Mi pareja es más de comidas refinadas. Yo prefiero las comidas tradicionales de los sitios que visito. En el Dedo de Dios la gastronomía tradicional de la zona es la protagonista en sus menús. No me extraña que tengan tanta gente siempre.