En el Palm Island Resort San Vicente tienes de todo, incluída la playa con las aguas y el arenal más limpios que había visto en mi vida. Es un auténtico lujo caribeño.
La isla es preciosa. Todas sus playas son ideales. El complejo hotelero tiene organizadas muchas actividades deportivas, sobre todo acuáticas. Yo no soy nada deportista, pero mi marido sí lo es y se lo pasó pipa. Hasta recorrer la isla en bicicleta mientras yo me pasaba horas y horas en la playa.
Pero no todo es lujo. Me llamó la atención que no hubiera conexión wi fi en las habitaciones. También me sorprendió desagradablemente la pobreza de la biblioteca. Bajé a coger unos había muy pocos ejemplares disponibles. Según me dijeron era porque los huéspedes no solían frecuentar la biblioteca.
Nosotros pasamos unos cinco días en el Palm Island Resort San Vicente sin las niñas. Nos sirvieron para desconectar del mundanal ruido. Te sientes como en el paraíso de Adán y Eva. Las vistas desde nuestra habitación eran increíbles.
Dentro del complejo el lujo está muy presente, sobre todo en el desayuno. Todo lo que sirven son productos de primera calidad. Nada de zumos de cartón ni de bollería industrial. Hasta el ece distinto al que compro yo en el supermercado.
Lo mismo puedo decir de los geles y champús que nos dejaron en el cuarto de baño. Eran de marcas carísimas. Las toallas daba ganas de marchar con ellas de lo suaves que eran.
Yo me quedo con las comidas del Palm Island Resort San Vicente. Eran magníficas gracias al buen hacer del chef. Las cenas, por ejemplo, tenían un menú muy variado. La barbacoa del Caribe nos encantó. Había bastantes platos caribeños.
No os aconsejo comprar nada en la tienda de regalos. Es muy cara. Encima apenas tiene nada interesante. Está muy escasita. Yo compré los regalos para la familia en las tiendas del aeropuerto de Barbados.