El Parc Belle-Vue, Luxemburgo, no es de los hoteles más caros de Luxemburgo y está bastante bien situado. Puedes ira andando hasta los sitios de mayor interés turístico de la ciudad. El aeropuerto tampoco queda lejos. Queda a unos 10 kilómetros del hotel, cosa que nosotros miramos mucho cuando no llevamos nuestro coche y tenemos que ir en taxi. Los hoteles que quedan lejos de los aeropuertos salen muy caros si tienes en cuenta lo que te cobran los taxis.
Aun así el precio del taxi nos salió caro. En Luxemburgo los taxistas se forran todavía más que en nuestra España. Como dice mi santo, les parece que todos somos millonarios.
El hotel me pareció mejorable. Estoy acostumbrada a alojarme en hoteles donde no aceptan mascotas. En el Parc Belle-Vue, Luxemburgo, las aceptan pagando un suplemento de 15 euros por noche. Ni os cuento lo que me olía a perro por todas partes.
Por eso no me quedé a desayunar en el hotel. Tampoco comimos ni cenamos allí. Había un bar y un restaurante, pero yo preferí salir con mi familia a comer fuera.
Nuestra habitación era sencilla. La cama tenía un cabecero de madera que me recordó a los cabeceros que venden en Ikea. Lo mismo puedo decir de las mesillas que había a ambos lados de la gran cama. Lo que les hizo mucha gracia a mis hijas fueron las lamparitas que nos dejaron sobre las mesillas. Temí que las acabaran rompiendo de tanto enciende y apaga que les hicieron. No ocurrió tal cosa. Las lamparillas eran resistentes.
El televisor era antiguo a más no poder. Me sorprendió que estuvieran tan atrasados en Luxemburgo. El caso es que funcionaba bien. Los canales internacionales se pillaban mejor que en algún hotel español en el que nos hemos alojado. También iba de cine la conexión wi fi.
La habitación estaba bien ventilada. Abrías la ventana y te entraba toda la brisa de un río que pasaba por allí cerca.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar el Parc Belle-Vue, Luxemburgo. Es un hotel como pensado para turistas pobres. Sólo había que mirar las revistas viejas que nos dejaron sobre la mesa del escritorio para darse cuenta.