Los zapatos son mi perdición, pero entre mi perdición en zapatos no están los que vende Paloma Barceló. Los odié desde que mi hermana me regaló unas botas de esta marca el pasado invierno.
Cuando vi las botas pensé que se las había comprado a los chinos. Se lo comenté y me dijo que nada de botas de baratillo sino que eran unas botas carísimas. La pobre había pagado más de 300 euros por unas botas con cuña y un taconazo que amenazaba con romperme una pierna. Me resultan incomodísimas. De ahí que no las ponga. Supongo que acabaré tirándolas el día que se me dé por hacer limpieza en el trastero, donde se acumulan los pongos.
Le eché un vistazo a la web de Paloma Barceló y he visto que todo su calzado tiene el mismo diseño que tienen mis botas. Son zapatos y botas muy burdos, muy brutos, poco femeninos. Lo único bueno que tienen es que están fabricados en piel.
Otra ventaja del calzado que vende Paloma Barceló es que te duran una eternidad. Mi hermana tiene unas botas parecidas a las que me regaló a mí que lleva meses con ellas poniéndolas casi a diario y que no ha llevado todavía al zapatero a ponerles tapas nuevas. Lo caro, como suele decir mi madre, sale barato. Es un calzado que amortizas.
Por tanto, no os recomiendo ni os dejo de recomendar el calzado de Paloma Barceló. No me gustan sus diseños, pero reconozco la calidad de los acabados y de los materiales.
Lo que no me gusta de la web es que te salga una ventanita pidiéndote que te inscribas. Lo hacen de manera muy sutil. Te piden que les digas tú número de pie. Se lo dices y te invitan a inscribirte para mandarte correos con sus últimas novedades.