El Parador de Santillana Gil Blas (Santillana del Mar, Cantabria) está muy bien para pasar unos días tranquila lejos del mundanal ruido. Es una casa solariega construida entre los siglos XVII y XVIII que está en la plaza Ramón Pelayo de Santillana del Mar.
A mí no me gustó mucho. Ver techos con vigas de madera por toda la casa no me va. Encima alguna araña había hecho sus telarañas entre las vidas de la habitación que nos tocó. Tuve que pedir una escoba para limpiar yo misma aquel techo. Mi chico se partía de risa. Siempre le hace mucha gracia mi obsesión con la limpieza.
Menos me gustaron las estancias comunes. Me sentía como en la casa de mi primera antepasada. Había un saloncito con un armario de esos que tenían todas las casas de la aldea antiguamente. Las mesas y sillas también eran de casa de abuela.
Los mismos muebles antiguos encontrabas en las habitaciones. La nuestra tenía una cama que parecía salida de una tienda de antigüedades. Peor era el televisor. ¿Qué les costaría comprar unos televisores de plasma aceptables? Pues no, seguían con los televisores antiguos antiquísimos. Ni siquiera lo encendimos.
Mi marido se empeñó en comer en el restaurante del parador. No servían unas comidas aptas para estómagos delicados como el mío. Mi chico se puso hasta las cejas de cocido montañés, merluza en salsa a la cántabra, almejas de Pedreña y todos aquellos platos que eran un canto al colesterol. Yo me alimenté de dulces. Los sobaos estaban deliciosos y lo mismo puedo decir de la quesada pasiega.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar el Parador de Santillana Gil Blas (Santillana del Mar, Cantabria). Hay paradores mucho mejores. A mí me gustan los que son tipo castillo y tienen las comodidades a las que estoy acostumbrada. Este parador de Santillana del Mar es demasiado rústico para mi gusto. Ni siquiera puedo decir que me guste su fachada. Demasiado sobria para mi gusto.