El Hotel Dei Cavalieri Amalfi no me gustó mucho, quitando sus buenas vistas al mar. Es un hotel que te queda lejos del centro y esto no resulta muy cómodo cuando se te antoja ir de tiendas. Menos mal que alquilamos un coche.
Me pareció un hotel muy antiguo. No estaría de más que lo actualizaran un poco para atraer a clientes que no renunciamos a las comodidades a las que estamos habituados.
Mi marido no se sintió muy cómodo en la habitación que nos dieron. Decía que era de princesitas. No le faltaba razón: tenía una decoración totalmente rococó. La cama era del museo de la cursilería. Las mesillas hacían un juego perfecto con la cama. Había un escritorio que se sumaba al conjunto cursi sin desentonar. De la lámpara que había sobre la cama mejor no os habló porque era una lámpara de Ikea fuera de sitio. Para más inri el suelo era de moqueta estampada.
Lo mejor de la habitación era la terraza. Pasé más tiempo en la terraza que en la playa. Era lo más cómodo porque bajar a la playa era una odisea. También lo era salir del hotel. Tenías una entrada empinada y una salida que daba vértigo. Menos mal que conducía mi marido. Yo hubiera estampado el coche contra una farola.
El cuarto de baño me pareció muy pequeño. Yo sólo allí dentro me sentía como una sardina enlatada. Estoy acostumbrada a cuartos de baño más grandes y con los sanitarios nuevos.
No os recomiendo este hotel. Los hay mejores para pasar unos días en Italia. Tal vez es mejor para unas vacaciones románticas que para unas vacaciones en familia. Mis hijas se aburrieron bastante.
No es que no tenga ventajas. Como os dije, hay habitaciones con terracita y vistas al mar que están mejores que las que no tienen vistas al mar y el desayuno que te sirven es muy bueno. Nada de bollería industrial. Te sirven bollos recién horneados y los zumos son naturales de verdad. La conexión wi fi funciona bien.