El Parador de Cervera de Pisuerga está en plena naturaleza salvaje. Te asomas a la ventana de tu habitación y te da miedo, si eres tan urbanita como yo. Allí sólo hay naturaleza virgen. No se ve ni una sola casa a la redonda. No es para menos estando en un entorno tan protegido como los Picos de Europa. Desde la ventana de mi habitación se veía el Pantano de Ruesga, con sus aguas azules y limpias.
Estuve allí con una amiga. Paramos por casualidad. Se nos hacía noche, a mi amiga no le gusta conducir cuando oscurece y decidimos buscarnos un alojamiento por la zona. El Parador de Cervera de Pisuerga fue lo único que encontramos. Quedamos dos días porque mi amiga quería hacer unas excursiones por los alrededores para ver el arte románico de la zona. Hay varias capillas en medio del monte muy chulas.
También lo es el parador. Tiene vigas y techos forrados de madera novel, sillas y sillones tapizados en tela y cuero y olor a viejo por doquier. Te sientes como en la antigüedad remota de la Edad Media.
Cogimos dos habitaciones casi gemelas por su decoración. La mía tenía los techos de madera con vigas al descubierto, una cama inmensa y cómoda, una mesa camilla que fue donde me sirvieron el desayuno por la mañana. No me apetecía bajar a ningún buffet y, como no estaba mi marido desmayándose por los gastos me dí la alegría de desayunar en mi habitación un desayuno sano. Es decir, zumo de naranja, pan con mantequilla y mermelada y una tila porque el café como que no me iba. Estaba ya de los nervios en mitad de la nada boscosa. Si me tomaba un café, me pondría a dar gritos.
Mi amiga, en cambio, estaba encantada. No sé como me las arreglo para rodearme de gente aventurera siendo yo tan miedica. Ella volvió al parador como una semana después con su familia. Yo no creo que vuelva por allí. Si algún día regreso será para comer. Se come de cine en el Parador de Cervera de Pisuerga. Tienen unos embutidos artesanos muy buenos y lo mismo puedo decir del cordero asado y de la trucha con torreznos. Los torreznos tenían el mismo sabor a tocino del bueno que tienen los que hace mi madre.