El Parador de Granada me permitió pasar una noche con mi chico en los jardines de la Alhambra porque es un convento del siglo XV que comparte zona ajardinada con el famosos palacio que nos dejaron los árabes. Pese a haber sido un convento tiene una arquitectura muy árabe, con sus ventanales en arco.
Las habitaciones son distintas. Esto está muy bien porque es horrible pensar que te alojas en una habitación idéntica a las que ocupan los demás huéspedes. A mí me gusta que mi habitación sea única. Esto también te anima a volver a alojarte en el parador porque sabes que la próxima vez te va a tocar una habitación distinta.
Nuestra habitación era bastante parecida a la habitación de un hotel barato. Casi me arrepentí de no coger una habitación con cama de dosel. Teníamos una cama grande, pero la mesilla de noche no era más que una mesa auxiliar de abre y cierra que puedes encontrar a vender en cualquier tienda de Ikea. Los sillones se veían viejos. Me contenté con que era una habitación luminosa que tenía vistas hacia una fuente que había en el jardín.
Pese a alguna desventaja os recomiendo este parador. Lo recomiendo por sus preciosas vistas sobre el Generalife, los jardines de Secano y el Albaicín. También lo recomiendo por lo bien que se come en su restaurante. Me encantó el gazpacho andaluz. Hasta mis niñas lo comieron sin protestar. Ellas son muy de comida basura muy a mi pesar. Como dice su padre, sólo comen bien cuando estamos de viaje. Les encanta comer de restaurantes. A la mayor le gustó mucho la tortilla de Sacromonte que había en el restaurante del Parador de Granada. Los piononos de Santa Fe fueron el plato favorito de la pequeña.
Este arador estaría mejor si cuidaran un poco la decoración. Está bien que tenga habitaciones distintas, pero deberían tener una decoración acorde con la mezcla de lo árabe y lo cristiano que tiene el edificio en su fachada.