En la habitación que nos dieron en el Parador de Jarandilla de la Vera encontré lo que ya no se encuentra en paradores y hoteles: un televisor de los años prehistóricos. Quedamos a cuadros. Mis niñas nos preguntaban qué era aquel aparato. Las pobres no recuerdan los televisores trastos que había no hace mucho años. Lo bueno era que funcionaba. Yo pensaba que estaba de adorno, pero no, se veía bastante bien la imagen y se escuchaba también bien.
Este parador está en la provincia de Cáceres. Es un castillo-palacio que conoció en su día tiempos gloriosos cuando corría el siglo XV. Nos contó la chica de recepción que en aquella fortificación había pasado una temporada el Emperador Carlos V de Alemania y Carlos I de esta España nuestra. Todo un lujo dormir en una habitación que bien pudo ocupar un emperador famosos.
Nuestra habitación era enorme. Podías hacer un baile con toda la familia en el espacio que había entre cama, sillones y escritorio. El suelo era de baldosas, los muebles nada lujosos, pero con estilo antiguo. Teníamos una cama grande con cabecero de cama de curas, como dice mi chico.
Yo me lo pasé muy bien con las niñas en la cálida y refrescante piscina del parador aprovechando que no estaba muy concurrida. Alguna tarde estábamos las tres solas nadando y jugando felices. Falta hacía la piscina porque el calor era insoportable. Cuando no estaba a remojo en la piscina tenía que buscar la sombra de los olivos y naranjos que rodean el parador.
Desde nuestra habitación pudimos disfrutar de unas maravillosas vistas a la Sierra de Gredos. El parador está en plena naturaleza. Se respira muy bien lejos de toda contaminación de grandes ciudades.
A mi chico le gustó más el edificio del parador por fuera que por dentro. Les explicó a nuestras hijas la arquitectura de escudos nobiliarios, torreones y de un patio de armas que me ponía los pelos de punta pensando en las guerras que habrían hecho con las armas que allí se guardaban en lejanos tiempos.
El interior no estaba mal, pero le sobraban tantas vigas de madera como se veían en los techos. A mí no me gustan las vidas de madera. Siempre dan sensación de fragilidad y de pobreza.
Nos quedamos a comer y a cenar en el restaurante del Parador de Jarandilla de la Vera. Se come bien. A mi marido le gustó mucho la sopa de tomate. Yo preferí el cuchifrito y todos nos pusimos hasta las cejas con la deliciosa tarta de queso de la Vera.
Os recomiendo este parador. Yo no descarto volver. Mi chico está muy interesado en hacer senderismo otra vez por la zona. Yo creo que en vez de ir de senderismo me acercaré a un gimnasio que hay en las proximidades. Fui un día y estaba muy bien.