Nos alojamos en el Abba Huesca Hotel porque está cerca de la estación del AVE. Te queda a unos doscientos metros de la estación, lo cual es muy cómodo si no tienes coche. Yo tiré de dos maletas por las calles de Huesca sin cansarme. Mi marido llevaba la suya y la de las niñas. Quería coger un taxi, pero me pareció una tontería. Hay que andar algo.
Lo que no me gustó nada de este hotel fueron las colchas de las camas. Nos dieron una habitación grande, con dos camas y unas colchas negras que no había visto en mi vida. Parecía que estabas en un tanatorio. Les quité las colchas y tan felices. Aquellas telas negras no eran para mis camas.
La habitación tenía aire acondicionado, TV de pantalla plana vía satélite, caja fuerte, minibar, plancha pantalones y baño privado con secador de pelo. La plancha de pantalones era mejor no usarla porque pesaba tanto como las planchas antiguas que usaban nuestras abuelas tras la Guerra Civil española. Mi marido intentó planchar sus pantalones con aquella plancha y casi tiene que ir al médico a mirarse el brazo. En todo caso, este hotel tiene muchas ventajas. Por ejemplo, el gimnasio gratuito para todos los huéspedes. Todo un detalle. Además, hay W iFi gratuita. La wi fi de nuestra habitación funcionaba muy bien.
Os lo recomiendo. No debes perderte el restaurante del hotel. Se llama Abba Mía y está especializado en platos aragoneses de temporada muy sabrosos, los cuales se elaboran con productos frescos de mercado. Lo que no os recomiendo tanto son los platos imaginativos. Demasiado imaginativos para mi gusto. No sabes ni lo que comes porque te lo ponen todo muy camuflado con salsas y picantes. En el hotel hay servicio de habitaciones y se preparan almuerzos para llevar. Nosotros nos llevamos cuatro para el AVE. Te los envasan muy bien.