El Terry Centenario es un clásico en el mueble bar de mi casa. Lo era en la casa de mi madre cuando yo era pequeña y lo sigue siendo en la mía. El Terry centenario es el coñac más coñac. Me gusta su sabor a coñac, su olor, su color entre el color a madera clara y el color a caramelo marroncito.
Lo siguen vendiendo en la misma botella de toda la vida. Una botella que deja ver el color del coñac porque es totalmente transparente. La botella viene con su clásica redilla. Es inconfundible. Cierra con un tapón negro. La etiqueta de la botella es amarillosa y tiene el nombre de la marca en colores negro y rojo. No falta el caballo con jinete en color negro. Es una botella que puedes estar cansada de ver, pero también hay que reconocer que le tienes cariño. Está bien que las cosas no cambien. Te dan sensación de tranquilidad en una vida llena de cambios.
Os recomiendo este coñac. Lo encuentras a vender en todos lo supermercados y grandes superficies. No puedo decir que lo haya en todos los bares. Mi marido dice que no lo tienen algunos bares y cafeterías porque es una bebida de viejos. Es cuestión de modas, creo yo. Al Terry Centenario si le dan por ponerlo de moda con una campaña publicitaria acertada para atraer al público joven, lo ponen.
No es una bebida que se tome mucho en mi casa. Sólo lo toman mis padres y mis suegros. Los más jóvenes tenemos otras preferencias en bebidas alcohólicas. Yo lo compro para nuestros antepasados vivientes y también para hacer postres. Preparo una tarta borracha con un chorro de este Terry Centenario.