El NH Budapest City donde me alojé sola está muy bien comunicado por transporte público con toda la ciudad, pero no te hace falta mucho transporte, o más bien ninguno, si sólo te desplazas por el centro. Yo fui andando hasta el Parlamento. En diez minutos de caminata allí estaba. También fui andando hasta el río Danubio. Unas amigas cogieron un barco para ir hasta la isla Margarita. Yo no estaba para barcos. Había ido a Budapest a una reunión de negocios.
Mi habitación estaba bien aunque no era grande, pero no puedo decir lo mismo del cuarto de baño cutre que me había tocado. Ni siquiera me consolé al saber que los cuartos de baño de las otras habitaciones eran tan malos como el mío. Tenía el pobre unos azulejos que parecían sacados de una escombrera. La bañera la tuve que limpiar yo a fondo y, aún así, me daba asquito ducharme dentro de ella. No os voy a hablar de la pileta. En mi vida había visto una pileta peor. Tuve que dejar mi neceser y mis cosas de aseo en la habitación. Les hice un hueco en el pequeño escritorio donde trabajaba con una conexión wi fi bastante buena. En conexión wi fi no tuve queja, sobre todo teniendo en cuenta que era gratuita.
Mis quejas continúan en lo que se refiere al desayuno. Muy pobre. Variedad contada que decía una amiga mía. Las tostadas estaban contadas como en las cocinas de las familias numerosas que hacen números para sobrevivir todos los meses con un sueldo pequeño. Veías tan pocas tostadas y cogías sólo una. La fruta pelada y cortada la dejé donde estaba. No me gusta que nadie pele la fruta por mí. La bollería era industrial y algo rancia. Sólo bajé a desayunar un día. Los otros dos días que estuve por allí me compré unos bollos en una tienda y subí a comerlos en mi habitación, donde pude hacerme un te en la tetera que te dejaban con tal fin.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar el NH Budapest City. Compensa por su buena ubicación, pero tiene desventajas notables. la limpieza, por ejemplo, no es gran cosa. Lo que más me gustaron fueron unos sillones tapizados de rojo que había en mi habitación. Eran comodísimos y se veían muy chachis con aquel tapizado.