Mi estancia en el Hotel Fenix de Oviedo no fue nada agradable. Es un hotel pasado de moda y falto de comodidades. Con deciros que tenía encima del escritorio de mi habitación un televisor de los que ha tirado todo el mundo en el contenedor de la basura os digo todo. Televisor antiguo y pequeño.
La habitación también era pequeña. Tenía dos camas, una que utilicé y otra que no abrí. Supongo que sería igual de incómoda que la que me torturó la espalda con un colchón que parecía que tenía un muelle salido.
Para más inri en este hotel la limpieza brilla por su ausencia. Pasabas la mano por las mesillas de noche y las quitabas manchadas de polvo. Por allí no había pasado un plumero desde hacía meses o años incluso. Tuve que limpiar yo todo a fondo, incluido el cuarto de baño donde brillaba la misma antigüedad que en la habitación. Lo que más me gustó del cuarto de baño fue que no hubiera cortina en la bañera. Era una bañera de los años ochenta, pero no tenía cosas que le sobraran, exceptuando la falta de limpieza en detalle. Lo mismo puedo decir de la pileta y del resto de sanitario.
No sé cómo resistí en este hotel dos días. Me contentaba pensando que no había llevado a mi familia a este viaje de negocios en la capital del pequeño principado de Asturias. Hubiera sido horrible tener a mis descendientes metidas en semejante cuarto.
Lo más agradable de este Hotel Fenix es la amabilidad del personal de recepción y del restaurante. Te atienden rápido y hacen lo que pueden dados los medios de que disponen. Lo malo que tiene el hotel es culpa de su gerencia. Deberían contratar más personal de limpieza y hacer una remodelación del hotel, además de comprar televisores nuevos. Por eso no os lo recomiendo. Hay hoteles mejores en Oviedo.