Me alojé en el Libertel Canal Saint Martin con mi chico y no me convenció de todo este hotel que está en el norte de la capital del país vecino, con vistas a las viejas casas llenas de hierbas por las paredes. Dentro, el hotel está bastante bien. Eso sí, con unas habitaciones mejores que otras. A nosotros nos enseñaron varias.
La primera la descarté porque tenía un armario con puertas de tela en el que no cabía ni la mitad de mi maleta de mano. La segunda me daba dolor de cabeza con un suelo tapizado en colores de circo. La tercera fue la que me convenció porque tenía dos camas grandes, un televisor de plasma aceptable, un escritorio grande y una tetera que te valía tanto para hacer un café como para preparar infusiones.
La principal desventaja de este hotel es su ubicación lejana del centro de París. Te queda a 1,4 kilómetros de Belleville y a 1,7 kilómetros del Parc de la Villette. La estación de metro de Jaurès, situada a 140 metros del hotel, permite acceder a los lugares de interés de París, y que se convirtió en una estación muy frecuentada por servidora. Necesitaba ir de compras para sentirme en París de verdad.
No es un hotel de diez. Por ejemplo, el desayuno dejaba bastante que desear. Los zumos parecía que estaban perdidos. Yo tuve que ir a una panadería que hay al lado del hotel para saciar mi hambre mañanera. En París hacen un pan muy bueno.
Lo mejor es lo limpio que lo tienen todo. Tanto las habitaciones como los cuartos de baño y las estancias comunes. El personal es amable. Hacen más de lo que pueden. Otra ventaja es lo bien insonorizado que tienen todas las estancias. Desde nuestra habitación no percibíamos ningún ruido de la calle. Yo casi hubiera preferido una de las habitaciones que daban al patio interior del hotel, pero estaban ocupadas.