Sólo pudimos estar tres días en Dubai. Yo me quedé con ganas de echar más días. Es un país como de cuento surrealista. No te imaginas tantos rascacielos en medio de los desiertos, porque eso era lo que había donde están emplazadas las zonas urbanas: desierto.
El Museo de Dubai es interesante. Te explican como vivía la gente hace unas décadas. Más me gustó el Burj Khalifa, un edificio altísimo donde puedes tomar una copa en un bar que hay en sus más altas alturas.
Fue una pena no tener tiempo para ver más. El restante tiempo lo dedique a ir de compras y a dar paseos en coche por la ciudad. También dimos una vuelta en helicóptero. Desde arriba la ciudad te parece aún más pequeña. Es una ciudad en crecimiento. Mi chico ya había estado y me iba indicando lo que veía nuevo. Están construyendo mucho para atraer turistas.
Lo que no nos perdonamos fue una tarde en el desierto. Yo no estaba muy bien por culpa del viaje en avión de tantas horas, pero no quería marchar de Dubai sin ver su desierto. No tiene nada de novedoso. Sólo es un arenal inmenso por el que van los todoterrenos.
Os recomiendo visitar Dubai. Es un país increíble. Mi chico dice que es un país árabe que ha sabido modernizarse. Tal vez se ha modernizado demasiado. Tanto rascacielos te hace perder el sentido. Parece que estás en Nueva York, pero no lo parece del todo porque Dubai tiene su propia gracia. Yo espero volver con las niñas. Mis hijas quedaron fascinadas con las fotos que sacamos desde Burj Khalifa. Siempre nos dicen que se quieren subir al edificio más alto del mundo. Mucho me temo que cuando regresemos a Dubai ya hayan construido un edificio todavía más alto. Dubai es el país donde lo imposible es posible. Saben impresionar a los turistas.