Tengo que cruzar el charco varias veces al año para viajar a Latinoamérica y, aunque tengo mis aerolíneas preferidas, suelo elegir la opción más barata. Hay gran diferencia de precios entre compañías.
En enero de 2018 la opción más barata era Delta Air Lines y la verdad es que creo que el trato humano deja bastante que desear. Al llegar desde Madrid al aeropuerto de Miami no había nadie que atendiera al público, y tras tenerme una hora al teléfono me dijeron que me montara en un vuelo a Atlanta, que no tendría problema en coger mi siguiente conexión. Me mintieron directamente, debido a varios retrasos acumulados ya había perdido esta última conexión. Al llegar a Atlanta me echaron a mi la culpa de haber volado hasta allí, ya que estaba mejor en Miami. Y me dijeron que ahora tenía que ir a Nueva York para coger mi conexión a Latinoamérica definitiva. Parece un caso aislado, pero al volver a España no me fue mucho mejor. Me sentí tratado como un borrego, como si tuviera que dar las gracias por volar con ellos. Al final, después de pasarme horas esperando a que me atendieran en español al teléfono, puse una publicación en twitter, también en español, y me contestaron en menos de 10 minutos diciendo que por favor escribiera en privado, lo que terminó de enfadarme aún más.
Al final lo barato me salió caro, en tiempo, dinero y disgustos. Y me dejó sin ganas de repetir con esta compañía.