La necrópolis de Atenas no es más que una colina edificada con templos dedicados a los dioses griegos. En menos de tres hectáreas los antiguos griegos tuvieron espacio suficiente para levantar templos a sus divinidades más queridas. Lo hicieron bien. Aprovecharon una topografía difícil con maestría.
Desde la entrada en la La necrópolis de Atenas vas haciendo un itinerario religioso. Es bonita la disposición visual de los edificios. Yo me paré más en mirar el conjunto que en mirar templo a templo. Además, me daban pena porque están en ruinas. Las guerras acabaron con la grandeza de estos edificios que nos dejaron los griegos. El Partenón se ve muy ruinoso y con los mármoles afectados por la contaminación que hay en Atenas. El Partenón está en la zona más elevada de la colina.
Mi marido se paró a hacer fotos de todos los templos. Del Templo jónico de Atenea Niké hizó algo así como veinte fotos. Las colecciona. Yo sólo fotografíe la estatua de Atenea Promacos de Fidias. Me gusta la diosa Atenea aunque no creo en su divinidad. Visitamos el Triple templo jónico del Erecteion, al Santuario de Artemisa Branronia. Mis hijas se lo pasaron pipa mirando los tesoros que guarda el Museo de la Acrópolis, que está en la parte posterior del Partenon.
Los griegos tenían la necrópolis de Atenas muy bien equipada. Tenían un depósito de agua al que se llega por una escalera. Habían viviendas, locales administrativos. Era como una ciudad para sus dioses.
Os recomiendo visitar la La necrópolis de Atenas. Cuando llegas allí, te das cuenta que es más que su famoso Partenón. Dígamos que el Partenón lleva la fama, pero hay más templos. Hay que verla para descubrirla. Yo no descarto volver con las niñas. Fue un viaje muy formativo para ellas. Mis hijas se interesan mucho por la Historia del Arte.