Las Islas Feroe están muy cerca de Noruega, pero pertenecen a Dinamarca, aunque no del todo. Son un estado independiente dentro del Reino de Dinamarca. Yo no entendí mucho su situación política. Lo que sí entendí es que no pertenecen a la Unión Europea. Van por libre, que es como mejor se va.
Nosotros estuvimos en la capital, en Torshavn. Fuimos en taxi a San Olav y a las ruinas de la catedral de Magnus. A mí no me gustan las ruinas, pero he de reconocer que estas ruinas eran bonitas. La catedral de Magnus debió ser preciosa en su día a juzgar por sus ruinas.
Lo que más me gustó de Torshavn fueron sus casas con jardines en el tejado a modo de aislante. Se veían bonitas. Lo que no sé es si tendrían filtraciones de agua. Los jardines como techo no suelen dar buenos resultados. Los tejados necesitan cubiertas como Dios manda.
Las Islas Feroe están conectadas entre ellas por túneles, puentes y por los barcos que van de isla a isla. No tienes problemas para desplazarte. Son unas islas con muchas aves, demasiadas para mi gusto. Yo me agobiaba con tanto bicho volante sobre mi cabeza, sobre todo en las zonas rurales que visitamos.
Nuestra estancia en las islas Feroe se limitó a Torshavn, la capital de este pequeño país, y a Koltur, una pequeña isla a donde fuimos a hacer senderismo con unos amigos. Apetecía el campo después de pasarnos un par de días en la capital haciendo compras y visitando museos.
Os recomiendo visitar las Islas Feroe. No debes perderte el Museo de Arte de las Islas Feroe. Tiene exposiciones permanentes. Recorriendo sus salas consigues hacerte una idea de lo que es este pequeño país que tantas ganas tenía de conocer mi marido. Seguro que volvemos. Nos quedaron muchas islas por visitar. El museo es pequeño. Me pareció más bonito el jardín que lo rodea, un jardín lleno de estatuas.