Llaman a Tailandia el país de las mil sonrisas y bien merece ese nombre porque su gente es de lo más amable que te puedas imaginar. No les importa que les quites fotos, al contrario. Te dicen que los fotografíes y te piden que los grabes en tus vídeos. Mi marido lo hacía. Yo no hago esas cosas. Creo que cada persona tiene derecho a su propia imagen y si se quieren grabar en un vídeo que lo hagan ellos mismos.
Yo creo que la gente es tan feliz porque son budistas. Las personas que practican la religión budista las ves muy felices. Te vienen ganas de hacerte budista y de dejar de ser atea.
Nos gustó mucho la isla de Phuket, la isla más conocida de Tailandia por parte los turistas. En Talilandia abunda el turismo de mochileros porque es un país muy barato. Se puede encontrar alojamiento para dormir en plan mochilero por 10 dólares. Lo que no aguantaba en Tailancia era la comida. Si vas a este país asiático, prepárate para comer comida picante en todos los restaurantes y también en las casas particulares si te invitan a comer. Nosotros fuimos a cenar a la casa de un proveedor de la empresa de mi marido y encontré la cena mucho más picante que la comida del hotel.
No sale caro comer en Tailandia. Por unos 4 dólares comes un menú del día en plan bien. Si quieres una cena elegante en un hotel, el precio sube a doce dólares.
No nos perdimos las playas de Tailandia. Las playas de Koalak son como un paraíso en el planeta Tierra. Os las recomiendo. Yo me sentí como en casa porque estaban llenas de turistas alemanes y nórdicos. Como decía mi santo, era como veranear en Mallorca, peor con un paisaje distinto.
No sólo hicimos turismo de sol y playa en Tailandia. Nos acercamos al Parque Nacional de Khao Soc para conocer el bosque tropical lluvioso del sur de Tailandia. Había tiendas de campaña flotando sobre el lago. Mi marido quería pasar allí una noche, pero no me apunté a la experiencia. Nos enseñaron la tienda de campaña con su cuarto de baño y todas sus comodidades. Aquello no era para mí. Me ponía de los nervios sólo pensar que se podía hundir en las frías aguas y acabar mi existencia en las profundidades de un lago de Tailandia.
Os recomiendo visitar Tailandia, un país con bonitas playas al sur y un norte montañoso igual de interesante que los arenales dignos de un paraíso. Es un país de más contrastes de los que yo esperaba encontrar. También me sorprendió que tuviera buenas carreteras. Es un país donde es relativamente fácil moverse. No hace falta alquilar un coche si te atreves a ir apretujada en el transporte público. Mi marido no quería subir al autobús, pero yo quería vivir la experiencia de ir apretada entre tailandienses en un bus como si fuera una de ellos.