¡¡Hola a todos!!
Hace ya unos añitos atrás del alojamiento en este hotel cuando me decidí con un amigo a visitar la isla de Tenerife. Desde Vitoria reservamos el vuelo y el hotel en una oficina de turismo y más que nada por el precio, por la ubicación y la cierta cercanía a una de las playas más famosas de la isla, nos decidimos a alojarnos en este hotel.
Tras el viaje en avión de unas 3 horas de duración y el consiguiente reparto de todos los turistas por todos los hoteles de la isla, llegamos bien de noche al hotel por lo que pudimos ver bien poco nada más llegar. Comentaros que el hotel se encuentra muy cerca de la localidad de Adeje, al sur de la isla y muy cerca de la playa de los Cristianos. Si bien podemos decir que la localidad de Adeje se encuentra un poco tirando al interior de la isla, este hotel se encuentra al lado del litoral de rocas junto al mar, aunque no cuenta con playa propia.
Lo que si que comprobamos es que la recepción era bien amplia, se veían multitud de casilleros con donde depositan las llaves y es que este hotel tiene una considerable altura. Nos tocó exactamente un 14º piso y todavía había algún piso más por encima nuestro. A mi personalmente la altura que nos tocó me encantó, porque yo siempre he sido de ver las alturas y no tengo mucho vértigo.
Tras asignarnos una habitación en recepción, nos dirigimos a la habitación. Evidentemente cuenta con ascensor, luego os comentaré que nos pasaba con el ascensor.
La habitación la verdad que estaba bastante bien. Aparentemente y a simple vista todo estaba en orden y perfectamente limpio. Nada más entrar a mano derecha estaba el baño, no muy grande pero cumplía su función. Al lado de la puerta de entrada y en frente del baño había un armario con puertas correderas de espejos, que siempre venía bien para verte vestido. En el resto de la decoración de la habitación predominaba el color azul oscuro, éste se podía ver en el cabecero de la cama y en las dos mesitas que nos acompañaban a cada lado de la cama. En una de las mesitas había un teléfono de los antiguos, de los de tener que meter el dedo en los números y girar para poder marcar. Por otro lado, en el techo había un ventilador y encima de la cama un cuadro con unas lamparas de pared adornando el resto de la habitación. A ambos lados de la cama un enchufe para cada uno y las respectivas llaves de luz.
Al final de la habitación, la puerta de acceso a la terraza. Desde un 14º piso os podéis imaginar que las vistas no eran para nada horribles, todo lo contrario. Desde allí se podía ver gran parte de la isla, todo el litoral de la costa, el océano Atlántico y gran parte de las instalaciones del hotel. Para que os hagáis una idea nos daba la habitación a la zona de la piscina, no a la zona de la entrada que se situaba justo detrás. Debajo nuestro se podía apreciar la piscina, totalmente exterior provista de numerosas sombrillas azules, tumbonas con su consiguiente zona de solarium. También se apreciaba a mano izquierda dos pistas de tenis, aunque no se si serían del propio hotel. Lo que sí que correspondía al hotel era una zona de minigolf, con numerosos circuitos así como una pequeña piscina, que al día siguiente pudimos comprobar que se trataba de un jacuzzi, con sus burbujas y su botón para ponerlo en funcionamiento.
Lo que más me gustaba de todo esto, es que esta zona del hotel, se podía acceder a ella tanto de día como de noche. En una ocasión tuve la oportunidad de bañarme en la piscina de noche, ésta iluminada y sin tanta afluencia de gente como por el día, evidentemente. También estuvimos ese día un rato en la zona del jacuzzi, funcionaba sin problemas.
Lo que menos me gustaba de la piscina era durante el día. El primer día pecamos como bobos ya que venía un cartel bien grande en todos los idiomas posibles donde indicaba que no estaba permitido meterse con colchonetas en la piscina. Aquello era un auténtico descontrol. La mayoría de la gente eran extranjeros, casi todo ingleses. Era super frecuente ver niños y no tan niños con todas las colchonetas posibles y por haber metidos sin ningún tipo de pudor o vergüenza. Recuerdo perfectamente el primer día que nos metimos a la mañana a la piscina, en un momento dado noté la presencia por detrás de una colchoneta que me golpeó la cabeza. Cuando me di la vuelta se trataba de un señor de unos 50 y muchos, tumbado plácidamente en su colchoneta boca arriba con una bebida en la mano. No hubo ni un perdona ni nada, el siguió remando por toda la piscina con la otra mano que le sobraba. Aquello era tal descontrol, que se estaba mejor en la hamaca tomando el sol o en el pequeño jacuzzi. Al final, al ver que no ponían pegas y para contrarrestar los golpes de las demás colchonetas, acabamos comprando nosotros una.
Por otro lado, teníamos incluida el desayuno y la cena. La comida creo que no porque nuestra idea era aprovechar los días visitando toda la isla, y si íbamos a ver el Loro Park lo más normal sería comer fuera. Tanto el desayuno como la cena era en forma de buffet, donde había gran variedad aunque todo más bien enfocado a los ingleses. Me refiero al horario que para mi gusto era demasiado pronto y en los alimentos, que el bacon, la salchicha y así estaban más que presentes. Alguna que otra cosa estaba buena, otra para mi gusto era incomible. Lo normal cuando se trata de buffet. El comedor se situaba en la planta baja y era enormemente grande, con multitud de mesas.
Lo que más me marcó de este hotel y de ahí viene mi título, fue que a la hora de bajar a cenar o a desayunar, nos costaba sin exagerarlo como 20 minutos hasta que venía el ascensor. Para que os hagáis una idea, el edificio tiene una forma rectangular y es un tanto largo de punta a punta. Los pasillos son bien largos, con un montón de puertas repartidas por todo el pasillo, las habitaciones que miran a la entrada y las habitaciones que miran hacia la piscina. A su vez tenemos que contar que son un montón de pisos y que ese ascensor va bajando y abriéndose en cada planta siempre que haya sido llamado, lo que la probabilidad es bien alta y sobre todo a la hora de las comidas. Pues cuando llegaba el ascensor a nuestro piso no entrábamos de toda la gente que venía de arriba y luego había que esperar a que bajara hasta abajo abriéndose en cada una de las plantas que había sido llamado. Da igual que hubiera varios ascensores, todos estaban llenos. Si para nosotros era insoportable, no me quiero ni imaginar los pisos inferiores. Comentaros que en un lateral del edificio había unas escaleras de emergencia en forma de caracol.
Por otro lado, en los exteriores del hotel os vais a encontrar multitud de tiendas de souvenirs y cosas así, además de tiendas para el alquiler de vehículos donde nosotros alquilamos uno para movernos por toda la isla. Además, en las cercanías hay una parada de bus, indispensable a la hora de moverte a la playa de los Cristianos y esa zona. Este hotel no estuvo mal, no es muy lujoso y más bien está orientado al turismo extranjero. Si vuelvo a Tenerife probaría en otro, pero si os alojáis por primera vez no está mal del todo.
Un saludo a todos.