Pasamos diez días en Hawaii en un viaje mitad de negocios y mitad romántico y pude descubrir un archipiélago muy distinto a como me lo había imaginado. Hawaii es más que sol y playas. También hay jungla.
Fuimos a la isla de Mani a visitar Hana, un poblado perdido en la jungla con gente muy maja. Mi marido decía que no eran tan primitivos como nos vendían los de la agencia de viajes. Eran, según mi santo, unos primitivos de mentira puestos allí para hacer las delicias de los turistas. Después de la visita a los pobladores de la jungla, nos acercamos hasta las Twin Falls, unas cascadas en las que algunos turistas se daban un chapuzón. Mi santo también quería hacerlo, pero no se lo permití. No me parecían unas aguas seguras. Acabamos nuestro paseo guiado por la isla de Mani acercándonos hasta el volcán lunar llamado Haleakala.
Más gustó a mi marido la isla de Molokini, una isla con peces fluorescentes en sus aguas y tortugas gigantes. Me salí enseguida del agua porque me daba asquito nadar rodeada de tortugas. Mi marido, en cambio, siguió nadando como si las tortugas fueran inofensivas. Realmente lo eran, pero daban asco con aquellas patas tan grandes. No le permití que buceara. Me pone de los nervios el buceo desde que un amigo nuestro tuvo un buen susto en las profundidades del mar costero.
Os recomiendo unas vacaciones en Hawaii. Tendrás todo el sol que quieras, playas, cóctel, surf, zumos de frutas, tumbonas... El tiempo parece que se para cuando estás en una de las playas de Hawaii a miles de kilómetros de nuestra España. Yo casi me olvidé de mis hijas. Me hubiera quedado allí, lejos de los problemas y del estrés cotidiano que me asalta todos los días. A Hawaii van muchos turistas a practicar deportes acuáticos. Es el paraíso de los surferos. Da gusto estar en la playa en tu tumbona mirando como hacen equilibrios en sus tablas.