Cuando llegamos a Isla Mauricio de vacaciones mi marido dijo que parecía el paraíso de Adán y Eva. No le faltaba razón. Tiene unos paisajes que no te crees hasta que los ves tú misma. Desde lo alto de la montaña Le Morne Brabant tuvimos una magnífica vista global de la isla. Mi marido señalaba con su mano las montañas del Parque Nacional de las Gores de Rivière Noire, puntiagudas y cubiertas de vegetación que tocaban las nubes como rascacielos construidos por la Naturaleza sin ayuda del hombre. Es una panorámica de la isla que os recomiendo. Lamenté que mis hijas no estuvieran allí con nosotros para disfrutarla. A este tipo de viajes no solemos llevar a las niñas. Son muy pequeñas aún para viajar a países donde no sólo ves belleza sino que también ves pobreza a poco que te salgas de los circuitos turísticos.
Me llamó la atención la cantidad de hindúes que nos encontramos en isla Mauricio. Son descendientes de los indios que llevaron los británicos a trabajar como mano de obra barata. Isla Mauricio tiene una sociedad multiétnica. Es una pena que te resulte difícil comunicarte con los lugareños. Hablan el criollo, una lengua que no es la oficial. Para cosas de papeleo con la Administración utilizan el inglés y el francés, las dos lenguas oficiales de isla Mauricio.
En Isla Mauricio no sólo hicimos turismo de naturaleza. También estuvimos en las ciudades y pueblos de la isla. Fuimos al bullicioso Mercado Central de Port Louis a ver un pase de moda criolla. Tenía su gracia ver a los jóvenes estudiantes de diseño pasar con ropas vistosas por una improvisada pasarela colocada en medio de los puestos donde se vendían todo tipo de artículos, predominando las artesanías tan demandadas por los turistas.
De nuestra estancia en Isla Mauricio me quedo con el pueblo de Le Morne,un pueblo que no tenía más de unas cuatro casas a lo largo de una playa. Era la playa de los esclavos, nos dijo el guía turístico. Allí iban los esclavos a divertirse después de sus largas jornadas de trabajo. Pudimos ver unos músicos tocando sega con tambores y otros con sus maracas fabricadas con caña de azúcar. Era todo muy criollo, muy étnico. Me gustó. Por eso os recomiendo visitar Isla Mauricio.