Una de las zonas que más me gustan de Francia es la Bretaña, la Francia de los celtas como la llama mi marido. Bretaña me recuerda mucho a mi Galicia natal. Es una tierra de marineros, de romerías de verano en las que no faltan las gaitas. En Bretaña llaman a las gaitas binious, pero son gaitas muy parecidas a las gallegas. En Bretaña también hay muchos emigrantes. Igual que en Galicia, antaño la gente iba a buscar fortuna económica lejos de sus lares.
La última vez que estuve en la Bretaña francesa recorrí con unas amigas sus 1.100 kilómetros de costa. Lo pasamos de cine. Empezamos nuestro recorrido en Mont Saint-Michel y acabamos en Nantes. Fue un viaje de chicas inolvidable. La Bretaña tiene unas playas de arena fina y dorada que da gusto pisar. Tampoco faltan escarpados acantilados. Lo que me dio pena fue comprobar que lo que conocí en mis vacaciones de niña con mis padres ya no era como antaño. Me refiero a los pequeños pueblos de pescadores, hoy convertidos en lugares turísticos. Fue en uno de esos pequeños pueblos donde había tomado yo con doce años unas clases de vela que tengo más que olvidadas.
Cuando iba a la Bretaña francesa con mis padres solíamos pasar más días en el interior. Mi madre decía que eran muy sanos los bosques de hayas y robles. Fue en esos bosques y en los muchos campos cultivados y sin cultivar donde descubrimos dólmenes y menhires. Nos alojábamos en una ciudad medieval que se llama Vannes. En esta última estancia con mis amigas hicimos una escapada del litoral y nos acercamos a Saint-Malo. Pasamos un día haciendo senderismo por los alrededores. En la Bretaña francesa hay miles de senderos que te permiten adentrarte a pie o en bicicleta.
Las vacaciones con mis amigas no me salieron nada caras. Nos alojamos en albergues familiares. Son mucho más baratos que los hoteles. También se come mejor. En algún albergue nos sirvieron marisco, sí, marisco. Allí lo llaman fruits de mer. Nos pusieron de comida unas ostras que nos chupamos los dedos de lo ricas que estaban. Lo que cocinan muy bien en la Bretaña francesa son las legumbres. Aunque no te gusten las verduras las comes porque están muy ricas.
Os recomiendo visitar la Bretaña francesa y os recomiendo también probar el vino. Yo me traje para casa unas botellas del muscadet, un vino muy parecido al Ribeiro. No debes perderte tampoco un postre típico de aquellas tierras: las crêpes. Les ponen licor.