Pablo Alborán ya no es lo que era. Es la conclusión a la que llegué tras comprar y escuchar su nuevo álbum: Vértigo, un álbum que ha creado y producido en plena pandemia. Tal vez por eso al famoso cantante se le escapa la tristeza en muchas de las letras que recoge el disco.
Alborán hizo todo en el disco: producción, sonidos, arreglos, letras. Estaba en Benalmádena encerrado y decidió lanzarse a un yo me lo guiso, yo me lo como para acabar un disco que había empezado a idear justo antes de que el Gobierno nos confinara en nuestras casas. Apartado de colaboradores necesarios, Pablo se puso a juzgar con su propia voz para darnos registros a los que no nos tenía acostumbrados. Se aparta de los ritmos discotequeros y pasa de cantar a hablar en sus canciones.
No es que le falte un equipo. Alborán lleva diez años en el mundo de la música. Tiempo suficiente para lanzarse a experimentar. No creo que llegue a un número uno con Vértigo, pero, tal vez, no le importe. Pablo Alborán sabe que cuando te obsesionas con las cifras, las cifras favorables te dan la espalda. Lo importante es centrarte en crear la música que te gusta a ti. Es lo que hace el bueno de Pablo. Vértigo será el disco de su carrera como cantante que más le guste a él mismo.
De las canciones de Vértigo me quedo con "Hablemos de amor". Es una canción que habla del amor feliz, no de desamores ni de amores imposibles. El amor suele ir unido al dolor de la pérdida o de la ruptura. Era hora de que alguien le cantara al amor de verdad para decirnos a todos que existe. Escuchando esta canción te vienen a la cabeza los pequeños detalles del día a día que te hacen feliz casi sin que te des cuenta.
Os recomiendo el disco. Vértigo no es el mejor disco de Pablo Alborán. Se le perdona porque lo ha compuesto en plena pandemia. Comprendo que no tuviera la cabeza para mucha alegría. Nadie la tenía.