Los asquerosos de Santiago Lorenzo es una de las mejores novelas españolas que leí hace años. Me encantó. Narrada en primera persona nos va contando la vida de Manuel, un joven que fue un niño con llave que supo ser autónomo desde su etapa escolar. Enseguida te enganchas a una narración con vocabulario sencillo y con el toque de emoción que da que esté en boca del tío del muchacho. Al tío tampoco le fue mejor la vida. Es un hombre divorciado que malvive, pero es tan generoso que sabrá estar al lado de su sobrino cuando éste lo necesita.
Manuel es un hombre mañoso, que sabe hacer con las manos todo lo que ve hacer. Lleva siempre en el bolsillo un destornillador que se ha convertio en una especie de amuleto y también en su desgracia. Un día, cuando baja a la calle, se encuentra con una manifestación delante de su edificio. Un policía antidisturbios con ganas de pegar, lo empuja para dentro del portal y Manuel le clava el destornillador en el cuello. ¿Lo habrá matado?... Huye. Llega a la puerta de su tío, divorciado y solo, y le cuenta el suceso. Deberían, como bien dice el tío, ir a la policía y entregarse, pero no lo hacen. Manuel le da a su tío su tarjeta del banco y su clave. El tío será el encargado de hacerle llegar bolsas de supermercado llenas de alimentos. Manuel se instala en la España deshabitada. Allí intentará sobrevivir y esconderse.
Os recomiendo la novela. Los cuatro primeros capítulos se centran en la vida de un Manuel niño. El tío nos cuenta que fue un niño solitario, autónomo, con unos padres que hacían vidas independientes. Manuel con sólo once años buscaba trabajos en infojobs. Sabía que no lo iban a contratar con su edad, pero quería asomarse al mundo laboral que lo esperaba. Estudio una FP. Después vino una ingeniería en la Universidad. No tuvo suerte en el mercado laboral. Fue saltando de un mal empleo a otro mal empleo. Sustituciones por vacaciones de verano, sustituciones por vacaciones de Navidad. Manuel ahorraba. Consiguió emanciparse.
Tras estos cuatro primeros capítulos de introducción, la novela se vuelve trepidante. Un poco recuerda Los Millones, la novela de Santiago Lorenzo que pasó por las librerías sin pena ni gloria. En cambio, Los asquerosos se está vendiendo muy bien. Se aprende a escribir escribiendo. Sin ser una obra de arte, Los asquerosos consigue engancharte con un personaje que enamora. Enseguida empatizas con Manuel, sobre todo si eres una solitaria. Ese hombre que sólo mide 1,57 centímetros, no tiene amigos, tiene un padre y una madre que van a su rollo por lados diferentes y cuenta con un tío que es una alma gemela que lo entiende.
La portada es un anticipo de la historia de soledades que recoge la novela. Un campo deshabitado pone imagen a un argumento centrado en el personaje principal. Leí la novela de un tirón. La releí. Y seguro que la vuelvo a leer. Pese a ser una novela mejorable, tiene ese algo que te engancha hasta el punto de colocar el libro en mi biblioteca particular, donde sólo coloco los libros que me gustan.