Hasta aquí hemos llegado de Antonio Fontana es un libro protagonizado por ancianos. El autor le echa imaginación y se imagina lo que es la vida de la tercera edad en una residencia. Digo imagina porque cae en un montón de tópicos. Según vas avanzando en la lectura no sabes si te está hablando de una residencia de ancianos o de un pueblo de Castilla, donde las ancianas sacan las sillas a las puertas de las casas y se refieren unas a otras por una serie de motes. No creo que en las residencias de la tercera edad la gente se ponga tanto mote.
Tampoco creo que haya tanta anciana que no acepte estar en una residencia. El autor, periodista del diario ABC en su juventud, tiene en la cabeza los asilos. Las residencias de hoy en día poco o nada tienen que ver con los viejos asilos regentados por monjas. En "Hasta aquí hemos llegado" las ancianas ajustan cuentas con su vida, con su pasado, con sus amores.
Antonio describe todos los topicazos sobre las mujeres. Nos presenta a la anciana que ha sido una mujer florero. En su juventud se casó bien, es decir, con un hombre rico, pero el marido le puso los cuernos desde el primer día. En un amplio abanico de topicazos, el autor, mete a su abuela. Es la señora que se casa a los 15 años con un señor de 30 años y son muy felices. Menos mal. La felicidad conyugal escaseó en la vida de las inquilinas de la residencia. Por ejemplo, la señora que habla sin parar de las impertinencias de su marido, un hombre que siempre la criticaba. No tiene motivos para echarlo de menos.
"Hasta aquí hemos llegado" nos presenta, pues, un puzzle de mujeres, un puzzle de vidas. En la narración no olvida los toques necesarios de humor para hacer más digerible un libro triste. No os recomiendo este libro ni os lo dejo de recomendar. Es una novela que se deja leer, pero no te apasiona. Me quedó con la mujer que le compraba enciclopedias a un vendedor puerta a puerta mientras su marido andaba con otras. La venta puerta a puerta está hoy prohibida. Por eso os digo que este libro relata situaciones del pasado y las vidas de unas mujeres de otra época.
No creo que el lector o lectora joven lo entiendan mucho. En cambio, los lectores que tenemos edad para recordar vidas similares a las de las protagonistas en nuestros barrios, podemos encontrarle hasta gracia a lo que nos relata Antonio Fontana. El autor tiene el mérito de tratar el tema de la ancianidad. Se escribe poco sobre ancianos.