Yo soy el que soy de Aaron Lee son las memorias de un joven violinista surcoreano que podrían titularse Memorias de un homosexual. A lo largo de 354 páginas este excelente músico nos cuenta sus peripecias desde que sale del armario.
Su historia empieza el año 1988. Es hijo de una familia surcoreana que llega a Madrid buscando un futuro mejor. Su madre es pianista. Su padre es director de orquesta. Aaron es hijo de dos personas cultas que se empeñan en cambiar su identidad sexual, cuando descubren que es homosexual. Llegan a encerrarlo en una celda de tres por cuatro en una isla.
Aaron no se muestra rencoroso en este libro. Tienes la sensación de que ha perdonado a sus progenitores. Incluso intenta entender su comportamiento. Dice que la Corea de finales de los años ochenta era distinta a la Corea de hoy en día. En los años ochenta también llegan a un Madrid distinto al Madrid actual. La gente tenía otra mentalidad.
El libro es duro. Aaron cuenta como el padre lo azota, lo insulta. No han pasado tantos años desde que Aaron vivió su calvario particular. Corría el año 2005 cuando los padres de este joven violinista se enteraron de que su hijo era homosexual. Es en ese año cuando Aaron conoce a un gay en un chat, del chat pasaron a hablar por teléfono, la factura telefónica subio de precio. Entonces los padres le piden una explicación. Con quién estaba hablando tanto para que la factura del teléfono se disparara. Aaron cree que lo van a apoyar y a entender y sale del armario. Pronto se da cuenta del gran error que cometió. Sus padres lo llevan engañado a una isla entre Corea y Japón, lo encierran e intentan cambiar su orientación sexual. Aaron en principio se niega. Le pide ayuda a la embajada de España. En la embajada le dicen que poco pueden hacer por él.
Es él quien acaba haciendo mucho por sí mismo. Les dice a sus padres que se ha producido un milagro y que ha dejado se ser gay. Le vuelven a gustar las mujeres. Es así como consigue regresar a Madrid.
Pero Aaron no había cambiado. No se cambia la orientación sexual. Aaron, como dice el título de su autobiografía, es el que es. En Madrid trabajará de camarero, de dependiente, tocará en la calle. Toca tan bien el violín que las calles del centro de Madrid se colapsan para escucharlo. Aaron no se esconde. Siente que está haciendo un aprendizaje, recorriendo un camino para llegar a los teatros, donde hoy triunfa su música.
El libro es emocionante, vibrante, ameno. Pese a su dureza te engancha desde la primera página. Me encanta la parte que narra el regreso de Aaron a Madrid, su supervivencia como músico callejero. Os lo recomiendo. Más que una autobiografía es un libro de autoayuda. Este joven violinista es un ejemplo de superación de las adversidades gracias a su talento con el violín. Podría decirse que la música fue su salvación.