Una ciudad en Finlandia con festival de samba

Acerca de:Helsinki [Finlandia]
Ventajas:dichas
Desventajas:dichas
Mi marido estaba entusiasmado con nuestro viaje a Finlandia pese a que sólo íbamos a estar en Helsinki, la capital del país que todos consideran perfecto. Yo no estaba tan entusiasmada. Finlandia es un país muy frío. Servidora es mujer de sol. Los países de Invernalia no van conmigo.

Fue aterrizar en el aeropuerto y sentirme asaltada por las bajas temperaturas. Subimos a un autobús que nos llevaba al centro de Helsinki. La alternativa del tren quedó en alternativa. Se recorrían antes los veinte kilómetro que separan el aeropuerto del centro en autobús.

Durante la semana que pasamos en esta ciudad del norte tuvimos tiempo para desplazarnos andando, en bicicleta y en metro. Yo me desplazaba más cómodamente en metro. La bicicleta nunca fue lo mío. Mi marido, en cambio, iba como un nativo con la bicicleta alquilada por los muchos carriles bici que hay por la ciudad. Me llamó la atención que sólo hubiera una línea de metro. El metro va hasta Vuosaari, para llegar a la playa.

Helsinki mezcla las culturas sueca y rusa. Lo ves en su arquitectura, que tiene mucho de estética rusa, con una gran cantidad de edificios neoclásicos, pero también art noveau, contemporáneos de madera y muchos otros diseñados por Alvar Aalto, el gran arquitecto finlandés. Vas paseando por las calles y recibes una clase de Historia mirando las fachadas de los edificios.

Me gustó el Esplanadi, el gran bulevar de la ciudad; una arteria llena de vida con tiendas elegantes, restaurantes de nivel y zonas ajardinadas en la que los finalndeses se sientan en sus terrazas o comen sobre la hierba. Mi hija mayor no se lo creía. No está acostumbrada a ver a la gente comiendo en el campo. Mi marido me propuso dejar de ir tanto a restaurantes y pasarnos al pic nic. Le dije que ni hablar. Prefiero que me sirvan en mesa y mantel. El campo no es lo mío.

En nuestro estilo de comer en restaurante, nos fuimos al Allas Sea Pool y echamos allí el resto del día. Me pareció oasis a orillas del mar Báltico, cerca del Mercado Viejo y al lado de la noria SkyWheel, lo tiene todo: saunas, restaurante con vistas al mar, terrazas con hamacas, una pequeña playa artificial. Yo me sentía en el paraíso. Estaba tan cómoda que me había olvidado de las bajas temperaturas. Las piscinas estaban a una temperatura de 28ºC. Deberían tomar nota las piscinas municipales en España. La de mi barrio nunca está a más de 23ºC.

Para las cenas nos dirigimos al puerto del distrito de Katajanokka. Delante de la catedral ortodoxa de Uspenski está Shelter, uno de los locales que más famosos de la ciudad. Nos sentamos en familia a probar la gastronomía local. El siguiente día fuimos directos al local que está terraza con terraza, frecuentado por la gente guapa de Helsinki. Después de cenar nos animamos con música de DJ’s de fondo.

Apenas hicimos turismo de iglesias, pero algunas sí vimos de pasada. Por ejemplo, la Kamppi Chapel, la original Capilla del Silencio. Mi marido quería entrar, pero yo tenía que ir de compras hasta el mercadillo que los sábados se monta al pie del mercado Hietalahti, donde venden creaciones de firma a buenos precios. Recorrimos las calles comerciales de Uundemaankatu, Ios Roobertinkatu o Fredrikikatu.

En nuestro recorrido no nos olvidamos de ver los edificios del Gobierno y de los políticos del país. En un alto está la plaza del Senado, la gran obra de Carl Ludvig Engel, el arquitecto berlinés que se ganó la simpatía de los zares rusos y dejó en la ciudad un buen número de edificios de estilo neoclásico. También la estatua de Alejandro II de Rusia es obra suya. Vimos la catedral luterana, el Senado, la Biblioteca Nacional y la Universidad de Helsinki. En la plaza del Senado había un festival de samba. Me gustó el ambiente. Había mucha vidilla.

Os recomiendo ir a Helsinki. Cuando llegas tienes la impresión de haber aterrizado en la ciudad del aburrimiento. Al tercer día no te quieres ir. Has encontrado diversión, sobre todo en verano. Lo que más me gustaba de Helsinki era que los días eran eternos. Apenas había noche. Eran las once de la noche y no necesitabas encender la luz.

De los museos me quedo con el Museo de la Ciudad, junto al Senado, ocupa unos cinco edificios. Es enorme. En el interior te cuentan con pelos y señales la Historia de la ciudad. No debes marchar sin acercarte al barrio hipster de Kallio, donde la gente es guapa, moderna y viene a dejarse ver, es decir, a aparentar. Nosotros fuimos en tranvía. Se trata de un antiguo barrio de clase obrera que fue siendo ocupado por estudiantes y jóvenes creativos. Los alquileres eran baratos. Hoy es un barrio famoso por sus bares, restaurantes, tiendas y cafés. Los finlandeses toman mucho café.

Acabamos nuestro viaje a la capital de Finlandia con un ferry que nos puso en sólo 15 minutos en la fortaleza marina de Suommenlinna, que abarca seis islas frente a la costa de Helsinki. Es un lugar tranquilo donde se viene a hacer picnic, a tomar un café o comer en sus restaurantes y cafeterías. Las vistas de Helsinki son preciosas. Me llamó la atención que en esta fortaleza vivan unos 900 vecinos. Son muy afortunados. Viven como en una aldea llena de Historia.
Fecha:13:30:35 08/01/22
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Categorías:Viajes