Marcela (Magali Solier), es una inmigrante embarazada de tres meses que encuentra un trabajo para cuidar de un anciano postrado en la cama llamado Amador (Celso Bugallo). Durante los meses de verano y en ausencia de su familia, Amador pasa el tiempo leyendo y haciendo puzzles, pero por desgracia, Amador muere y su fallecimiento deja a Marcela sin trabajo. Entonces ella, sola y desamparada, toma una decisión...(No quiero contar más detalles porque ésta es una película que debe verse sin contar con demasiada información. Saber lo que va a pasar destroza literalmente la primera parte de la película).
El tema principal de Amador es “cómo la necesidad fuerza a las personas a hacer cosas que nunca se sentían capaces de hacer”. Lástima que un film que podía haber sido memorable, se haga aburrido en determinados momentos, con una interpretación más que insípida de la Solier, cuya Marcela es demasiado plana, con pocos matices. Unos ojos expresivos no son suficientes para crear una interpretación creíble.
Tras unos veinte primeros minutos bastante buenos, la película tiene demasiados primeros planos y un ritmo lento e irregular hasta la exasperación.
A Amador le falta ese “pellizco” que haría de ella una película inolvidable. Tampoco contribuyen a ello, las “florituras” que abundan en los diálogos, ni un desenlace precipitado, como para salir de paso.
La buena música de Lucio Godoy sorprende por su escasez, sobre todo si se compara con la de Princesas, donde brillaba “Me llamaban Calle” de Manu Chao.
En definitiva, un filme interesante a pesar de sus muchos defectos y una advertencia para Fernando León: Se te están terminando los colectivos marginales: parados, putas, inmigrantes... ¿qué será lo próximo?...
Una curiosidad final: El papel de Celso Bugallo en Los lunes al sol también se llamaba Amador. ¿Casualidad?