El Hotel Condal de Benidorm tiene una ubicación perfecta para disfrutar de la marcha de la ciudad. Está en el centro, próximo al parque de Elche, la zona de bares, restaurantes y más movida.
No es un hotel para unas vacaciones tranquilas. Es perfecto para alojarte cuando te apetecen unas vacaciones con más vidilla.
Es un tres estrellas que te ofrece comodidades de andar por casa, sin grandes lujos o, mejor dicho, sin ningún lujo. En la cafetería puedes acceder a Internet gratis o ver la televisión. Cuando estuvimos nosotros había mucha gente jugando partidas de cartas y de dominó.
No es un hotel donde te aburras. El equipo de animación del hotel se encarga de ofrecer unas actividades estupendas para personas que se dejen caer por este establecimiento sin mucha compañía. Nosotros nos sumamos a los bailes nocturnos. Lo pasamos pipa. Coincidimos con un grupo de ancianitos del IMSERSO que bailaban sin parar.
Desde que entras hasta que marchas te sientes como en tu casa. El personal del hotel es muy atento con los huéspedes. Las estancias comunes son espaciosas. El ascensor funcionaba bien. Amplias escaleras para subir y bajar, un restaurante con un menú sencillo y variado a precios razonables.
Este tres estrellas es de principios de los años 70. Ha sido restaurado hace unos años y lo notas bien conservado. No te asas de calor en la habitación gracias al buen funcionamiento del aire acondicionado. Tampoco pasas estrecheces. Nuestra habitación era amplia, con un balcón que daba a una calle no demasiado transitada.
Quedamos muy contentos de nuestra estancia en este hotel. Todo lo tenías a mano: el cine, los bares, las discotecas, las tiendas,..., ¡la playa!
La playa nos quedaba a escasos metros. Podíamos ir andando. Pudimos prescindir de coche, de autobús y de taxis.
Algunos días subimos a la azotea, donde estaba la piscina del hotel, rodeada de cómodas tumbonas.
Volvería a alojarme sin pensarlo en este tres estrellas de menos de 70 habitaciones, decoración funcional y limpieza perfecta.