No es fácil llegar al Hotel Santa Marta de Lloret del Mar. La carretera tiene un montón de curvas. No me extraña que sea un lugar tranquilo porque conducir por una carretera llena de curvas no es un plato de gusto.
Una vez que llegas, encuentras un hotel ubicado en mitad de un bosque y a los pies de una bonita playa. Monte y playa. No hay mejor binomio para garantizar unas vacaciones tranquilas.
Lo mejor del hotel son las vistas. Desde las ventanas del restaurante ves el tremendo bosque.
La decoración del hotel es muy clásica, hasta el punto que hay salas comunes que parecen sacadas de los decorados de una película de los años 50. Las habitaciones son distintas en su decoración antigua. No hay un cuarto igual a otro. Esto le da al hotel un aspecto más acogedor porque parece que más que en un establecimiento hotelero estás en tu casa o en la casa de un familiar pasando unos días de descanso.
Nuestra habitación era amplia, con vistas al mar. Tenía un balconcito muy mono. No pasamos frío pese a estar en febrero. Las habitaciones, igual que el resto del hotel, están muy bien climatizadas.
El cuarto de baño me gustó más que la habitación, se veía más moderno, muy limpio y coqueto.
Fue una pena que el tiempo no nos permitiera darnos un baño en la playa. Se veía muy limpia. Casi parecía una playa caribeña con las aguas tan limpias.