El Ciutat de Girona es un hotel sencillo, ubicado muy cerca del casco antiguo de Girona y muy aseado.
Que nadie espere encontrar lujos. Tiene una decoración de piso de estudiantes. En nuestra habitación había un espejo que me recordó aquellos espejos que teníamos en casa de mis padres hace años, cuando yo y mi hermana eramos niñas.
El personal es muy amable. Ellos hacen lo que pueden, pero no pueden evitar que muchos saliéramos con hambre del hotel. El desayuno nos defraudó, sobre todo a mi marido. Yo no soy de mucho desayunar, pero me gusta que los desayunos sean completos, aunque yo me limite a tomar un café y un yogur.
Es un hotel normalillo.
Otra dificultad fue meternos en una zona peatonal. Un lío. No había donde dejar el coche que habíamos alquilado. Encima el parking del hotel, que estaba fuera del edificio era bastante caro.
Eché en falta una piscina, que no tenía. Tampoco tiene gimnasio. Menos mal que sólo estuvimos un fin de semana porque yo sin gimnasio no aguanto ni tres días.
No todas fueron desventajas. El hotel está bien insonorizado. Tiene un doble ventanal que impide que lleguen a tus oídos los ruidos de la calle.
No nos cobraron extra por conectarnos a Internet.