En la villa de San Vicente de la Barquera la historia se encuentra con el más puro ambiente marinero. Además, tiene a los Picos de Europa como espectacular telón de fondo.
Su castillo fortificado es testigo de épocas en las que las invasiones, o los piratas, estaban a la orden del día. Y su iglesia parroquial fue un importante hito en el Camino de Santiago por la costa.
San Vicente es una parada culinaria de primer orden, con excelentes carnes, pescados y mariscos que se sirven en los bares de los soportales, refugio del frío en invierno y del sol en verano.
Pero si hay un lugar auténticamente barquereño, ese es el barrio marinero en el que se encuentra el puerto y el Santuario de la Barquera, patrona de San Vicente.
La costa, agreste, flanqueada hacia el interior por sierras cada vez más abruptas, y hacia el mar por hermosos acantilados forman una estampa inolvidable, lo mismo que el puente de los 28 ojos.
Para comer, mi preferido es el restaurante La Sarda.