El Hotel European de Londres es un hotel con una ubicación perfecta para un turista porque está a tiro de piedra de la parada de metro y tienes también autobuses que te llevan a los sitios de mayor interés turístico. Yo me alojé en él, más que por su ubicación próxima a Kings Cross, por sus precios moderados.
Pronto comprobé que quien no paga mucho en Londres, unas 60 libras con desayuno incluido, no puede esperar mucho de su alojamiento.
El hotel es un desorden total, en parte motivado por un interior laberíntico con pasillos que no llevan a ninguna parte, puertas sin indicaciones y escaleras interminables. Llegar a tu habitación es un triunfo. Menos mal que la cama que me tocó era cómoda y pude dormir bastante bien mientras no me despertaron los ruidos del comedor. Platos, vasos y demás utensilios me hicieron de despertador a una temprana hora de la mañana.
El cuarto de baño era bastante peor que la habitación. Poco más grande era que un armario. Los sanitarios eran diminutos. Encima la ducha en vez de mampara tenía cortinita y no muy limpia.
No eran nada amables. No me dejaron secador en el cuarto de baño y tuve que pedirlo. ¿A dónde iba yo con mi larga melena chorreando?
Tampoco eran eficientes. En el comedor pedías un café y te traían un té para acompañar un desayuno de mucha salchicha, mucho tocino, pocas tostadas y cereales intragables. Y todo a correr. Camareras y camareros corrían entre las mesas como si aquello fuera una carrera de relevos.