Habia que levantarse al amanecer , de lo que iba a ser un caluroso dia. Nos esperaba un viaje desde la ciudad de Lae hasta Lengbati, localidad que queda en el monte Rawlinson ( provincia de Morobe )
El trayecto lo realizamos a bordo de una avioneta de 4 plazas de 1 solo motor. Para hablar con el piloto, a causa del enorme ruido del motro hay que hacerlo a traves de los auriculares.
El vuelo dura 30 minutos. El viaje transcurre sin contratiempos, volamos junto a las montañas, atraesamos la cordillera y ante nosotros aparece Lengbati, una aldea formada por varias casas construidas con maleza y techos de paja.
El piloto va hacia una pequeña pista de aterizaje, comprueba que esta en buen estado y que los cerdos no han vuelto a abrir hoyos en ella, se asegura de que no hay niños tampoco , jugando a la pelota cerca de ella. La pista fue construida por la gente de la localidad en la ladera de una montaña, y la recubrieron de fragmentos de coral extraidos de una montaña cercana. Como todo esta en orden, vamos bajando en circulos y aterrizamos.
Me pregunto cuantos años tendran todas estas montañas de coral. Descomunales fuerzas han debido empujar este antiguo arrecife de coral hasta elevarlo 4 kilometros por encima de la superficie del oceano. Mide varios kilometros de largo. Literalmente parece un arrecife de coral entre las nubes.
Los lugareños acostumbran a venir corriendo en cuanto oyen que llega una avioneta. Al aterrizar tenemos ante nosotros toda una muchedumbre para recibirnos. Los niños pelean entre si por llevarnos las mochilas.
Aunque Papua Nueva Guinea es un pais tropical , esta zona es bastante fresca debido a la altura. Nos alojamos en una casita de madera , al anochecer encendemos la lampara de queroseno , y observamos admirados como las nubes, que han ido elevandose desde el valle a lo largo del dia , se cuelan en la casa por entre las tablas del suelo.
Apenas horas antes sufriamos el sofocante calor tropical de la costa y ahora tenemos que abrigarnos con pantalones vaqueros y chaquetas de invierno.
Menudo cambio !
La mayoria de la poblacion no sabe leer, pero los visitantes son bien recibidos. Les encanta pasar ratos juntos comiendo y conversando, son muy sociables.
Como aqui no hay electricidad , por las noches se reunen al aire libre al amparo de un pequeño techo, en torno al suave resplandor de una hoguera. Cuando llega la hora de regresar a sus casas , algunos sacan del fuego una hoja de palmera ardiendo a la que llaman " bombom ", la cual les sirve de antorcha para guiarse entre la maleza.
Es un lugar donde te envuelven los sonidos de la naturaleza, se respira tranquilidad. Echando un vistazo al cielo, es impresionante la cantidad de estrellas que pueden verse.