Las Ramblas
Pasear por las Ramblas es algo que todo visitante de Barcelona debe hacer para empaparse del ambiente bohemio de la ciudad.
Las Ramblas aglutinan las calles que comienzan en la Plaza Cataluña y se extienden hasta el Mirador de Colón. A lo largo de todo el recorrido encontraremos un montón de artistas callejeros, algunos haciendo de estatuas vivientes, otros pintando caricatura, etc. y numerosos puestos de venta ambulante. Los que más llamaron mi atención fueron los puestos de animales y es que al comienzo de las Ramblas puedes comprar pequeños animales como ardillas o cohines y una amplia variedad de pájaros, desde el clásico periquito hasta alguno más grande como loros o cacatúas.
La zona no es peatonal, sino que tienes coches a ambos lados de la amplia avenida, y creo que tiene que ser algo desesperante para los conductores porque los peatones continuamente están cruzando de un sitio a otro y es que es una zona muy concurrida. Hay una enorme aglomeración de gente y precisamente por eso debe de ser una de las zonas preferidas de los rateros, aprovechándose del incauto turista que está embelesado con los edificios que flanquean todo el paseo y con el animado ambiente.
A mí, por suerte, no me robaron pero no creo que sea una cosa rara.
Entre lo que podemos ver por el paseo quizá uno de los edificios más bonitos y famosos sea el Liceu, con su majestuosa fachada. También en las mismas ramblas está el acceso al museo de cera, aunque hay que meterse por un callejón. Yo no me acerqué hasta la puerta.
Lo que menos me gusta de las Ramblas son las calles que salen de ella hacia la zona antigua de la ciudad, al menos de noche, porque aunque hay bastante gente, parece que muchos están apostados en sitios estratégicos para aprovechar un descuido tuyo y robarte. Quizá hayan sido sólo imaginaciones mías inducidas por las noticias, pero no recomiendo que callejeéis por los aledaños de las Ramblas de noche.