El Hostal Gala está junto a la Gran Vía madrileña, cerca de la Puerta del Sol. La ubicación es, pues, inmejorable para unas vacaciones turísticas en la capital de España.
A mí me sorprendieron con una habitación espaciosa decorada con tonos negros y grises. No me esperaba un cuarto tan moderno en un hostal. El negro de las paredes no daba sensación de tristeza, no era nada fúnebre sino moderno, distinto a lo habitual.
La cama era amplia, cómoda. Desde la cama veías perfectamente la televisión. El televisor lo habían colocado sobre un escritorio que tenía un par de sillas.
Menos modernidad encontré en el cuarto de baño de mi habitación. Los suelos blancos de mármol contrastaban con la cutrez del kit de aseo. En mi vida vi el champú más contado. El secador de pelo era tan chiquito que parecía de juguete. Me recordó unos secadores de pelo de juguete que tuvimos yo y mi hermana cuando éramos pequeñas. Los sanitarios no iban muy allá, bastante antiguos.
El desayuno no era el típico buffet que te encuentras en todos los hoteles. Era desayuno de bar. Pedías tu café y tu bollo y tan contenta. Por supuesto, su precio no iba incluido en la tarifa de la habitación.