Si hoy día la encontráis supongo que lo haréis a un precio bastante inferior a los alrededor de 600 euros que pagó mi empresa por esta cámara, pues en la actualidad, Canon tiene en el mercado varias cámaras que salieron en sustitución de esta magnífica réflex.
Como aspecto negativo de esta cámara, especialmente para los fotógrafos más inexpertos o aquellos con problemas en el pulso, es que no cuenta con estabilizador de imagen en el cuerpo, por lo que tendréis que hacer una mayor inversión en objetivos dotados con estabilizador de imagen.
Por otra parte, el objetivo que suele traer de serie es bastante limitado, y para los más experimentados se me antoja de muy poca calidad.
En el lado positivo, podemos argumentar que se trata de una cámara bastante fiable, de aspecto robusto, y de un uso entrecomillas, sencillo para los experimentados en el mundo réflex.
En la actualidad, y como alternativa a esta, la EOS 1000D nos ofrece unas prestaciones similares, pero mejoradas, es más moderna y además la podemos encontrar por unos 450 euros, un precio que me parece muy razonable.