El eau de toilette de Nina promete mucho ya que el diseño del frasco es precioso, realmente original, lo cual es un logro pues hay mil colonias. Sin embargo, falla en lo importante, que es en el olor. Es un aroma difícil de describir, una mezcla entre lavavajillas con toques de limón y algo dulzón, uno de esos postres empalagosos y azucarados que empachan sin dar el primer mordisco.
Antes de probar esta fragancia, me había hecho una idea totalmente equivocada de su olor. La publicidad hace milagros y en este caso me dio la impresión de que Nina iba a tener un olor frutal, como a manzana roja, un poquito dulce pero sin empachar. Nada mas lejos de la realidad. Nina es un eau de toilette azmilclado, pero con toques de limón. Desde luego una mezcla rara que a mí no me ha gustado nada.
Lo primero que notas cuando te la hechas es ese toque a limón dulzón, algo que resulta tremendamente extraño porque el olor a limón debería ser fresco, pero en esta colonia no, es como si te hubieras echado fregasuelos en la piel. Y lo peor, ese olor parece penetrar en la piel de modo que fija bastante y te acompaña durante un buen rato, más que suficiente con lo mal que huele. Además, después aparecen notas florales, como rosa, que tampoco me gusta nada. Al menos no es un olor a rosa intenso, simplemente como una sombra.
Como podréis suponer, Nina es una colonia que no recomiendo. Además, no es precisamente barata y no es que fije demasiado bien para el precio que tiene. En mi caso esa falta de fijación no es una desventaja, pero porque no me ha gustado nada el olor y cuanto antes se vaya mejor.