Los Quesitos el Caserío se comercializan en cajas redondas de ocho unidades o 16 unidades, estas últimas más habituales y las que yo compro.
Son algo más caros que los quesitos de marcas blancas. Las cajas de 16 quesitos cuestan 1,49 euros. Por unos céntimos menos te llevas la misma cantidad en una caja de marca blanca.
Yo prefiero los de el Caserío. También me gustan mucho los de La vaca que ríe, pero los de El Caserío son un clásico tanto en mi casa como en la de mi madre.
Les saco mucho rendimiento. No es la primera vez que corto un quesito en lonchas finas con un cuchillo y le preparo un bocadillo a mi hija Patricia. También los he utilizado para hacer tartas de queso y otros postres.
El Caserío ha ido enriqueciendo el producto con algunas variedades. Hay cajas que llevan vitamina D añadida o una dosis superior de calcio, también te los venden en versión light. Pero los mejores, los de textura más suave son los clásicos de toda la vida.
La caja no ha cambiado. Sigue siendo redonda, con colores predominantes en azul y un dibujo de un caserío vasco. Me gusta. Creo que no deben cambiarla porque estos quesitos se han convertido en un producto clásico en nuestras despensas y a ello también contribuye que se mantenga el modelo de envase.
No me gusta abusar de su consumo. Por cada 100 gramos te metes entre pecho y espalda 240 kilocalorías. Mirando sus ingredientes descubrimos que además de leche desnatada, fosfatos de calcio, vitamina D y otros lleva mantequilla, y la mantequilla engorda mucho.
Nunca como más de un quesito diario. Con Patricia abro más la mano, pero si un día come quesitos pasa dos o tres días sin probarlos para compensar.