Dicen que quién lo inventó lo hizo por un descuido e incluso hay quién le atribuye una leyenda asturiana que versa sobre una Xana y un zagal no viene al caso reproducir.
Se trata de un queso de los denominados azules, de elaboración completamente artesanal y que está elaborado exclusivamente con leche de ganado de la zona y madurado en cuevas naturales a temperatura constante.
El hongo del penicilium se muestra presente en este queso lo que podemos apreciar a simple vista, puesto que a la coloración amarillenta del queso le otorga otra verdosa predominante.
Si bien es un queso fuerte, de sabor potente y picante, de aroma muy intenso y penetrante, puedo decir que se deja comer a la perfección sin necesidad de elaboración adicional alguna, e incluso llega a permitir que se pueda untar sobre el pan.
Pero también es ideal, y es una de mis utilidades preferidas, para realizar la afamada salsa de cabrales, que también conjuga con carnes asadas e incluso algunos pescados.
El handicap de este queso es que no es barato que digamos pues su precio puede superar los 20 euros kilo dependiendo de si se trata de un queso de dos o tres leches, pese a lo cual lo recomiendo sobre cualquiera de sus competidores.
También se debe ser moderado en su ingesta, dado que es un queso sumamente graso y por tanto con un alto contenido en colesterol y calorias.