El Hotel Laguna fue donde nos alojamos en Zagreb. Nada que ver con los hoteles españoles.
Nuestra habitación era muy pequeña. Me recodaba en cuanto a dimensiones a mi antigua habitación de soltera en casa de mis padres. Tenía un par de camas que parecían más apropiadas para niños que para dos personas adultas. A mi marido le salían las piernas de la cama.
Pero que la habitación era el cuarto de baño. Necesitaba una reforma inmediata. Yo le quité las cortinas de la bañera porque estaban asquerosillas. La bañera era minúscula.
Todo funcionaba mal empezando por el secador de pelo y acabando por los grifos del lavabo. Un desastre.
Para comer pasamos de la comida del hotel. Yo ni siquiera me apunté al desayuno. Me sobró con cenar una vez el menú. Nada me sabía.
Lo único que puedo decir a su favor es que el personal era muy amable. Los pobres hacían lo que podían. Tenían el hotel bastante limpio con sus pocos medios.
Las estancias comunes estaban tan mal conservadas como las habitaciones. Un desastre total.
Ni siquiera puedo decir que el hotel esté bien ubicado. Todo te queda lejos. Encima no hay ningún bar o restaurante aceptable por los alrededores.
No me quedaron ganas de regresar a este hotel de Croacia. Si al menos estuviera céntrico, compensaría algo sus desventajas, pero ni eso. Quedé hasta las narices de desplazarme en tranvía. Menos mal que me dejaban cerca del hotel. También menos mal que la ciudad, Zagreb, vale una visita. Es una ciudad bonita.
Ah... tenía parking y gracias a Dios porque en Zagreb había que pagar por aparcar en todas las calles. Te sale caro ir en tu coche o alquilar uno. Es más barato desplazarte en transporte público.