En el barrio de Belém de Lisboa se encuentra la pastelería más famosa de Portugal: La Casa Pastéis de Belém.
Su exterior, decorado con los típicos azulejos en tonos azules de cerámica portuguesa y sus toldos azules no permite presagiar el enorme tamaño del local: en realidad no sé cuántos salones tiene, pero muchos, y todos ellos siempre están abarrotado tanto de foráneos como de lisboetas.
La variedad de productos que allí se vende es increíble: dulces (milfolhas, éclairs, pastitas de té) y salados (croquetas, porciones de pizza), pero lo tradicional es tomar un café portugués o un chocolate bien caliente acompañados de un pastéi de Belèm: una tartaleta de hojaldre rellena de crema y nata, espolvoreada con azúcar y canela, que está de auténtico vicio. Son muchas las confiterías portuguesas donde se venden estos pastelitos, pero como esta casa tiene el nombre y la receta registrados y patentadísimos, en otras se comercializan con el nombre de "pasteles de nata". En algunas de ellas son muy buenos, pero debo reconocer que estos son los mejores. No en vano, llevan más de cien años comercializándolos.
Aunque ya he dicho que siempre hay mucho público, el personal de la casa es muy rápido y no hay que esperar mucho tiempo para degustar un pastelito de nata calentito, que para mi gusto es como mejor están, aunque también es posible comprar los pastelitos para llevar. En ese caso, hay que tener cuidado en consumirlos rápidamente, ya que contienen nata y crema que se echan a perder con rapidez.
El precio de cada pastelito es de un euro diez, que no parece muy caro cuando se prueba y comprueba lo rico que está.
Conclusión: Un clásico que no hay que perderse cuando se visita Lisboa.